sábado, mayo 27, 2006

El león cobarde (crecimiento negativo)

A partir de la arritmia
con el número 7 en el dorsal de
Ritchter
las cosas sólo pudieron ir a mejor,
Eva hizo de la raya de su pelo
un zigzag por el que viajar
conociendo las drogas y el amor,
dando cuenta de nuestra especie
y sus juegos
en el asiento de atrás del viejo coche
tan permeable en los días de lluvia
como papel de cebolla
[se nos mojaban los píes, hijo
dice mi padre.
Llegamos a Oz evitando los peajes
pues el dinero nos lo gastábamos
en un beso de puntera
en la espinilla;
allí te quedaste estudiando el master de Mago
en la Universidad del Este,
me escribías cartas de conjuros
con tus progresos,
firmabas con saliva y ceniza,
como cuando me tocaste la cara
por primera vez;
pero terminaste por olvidarme
y las cartas dejaron paso a la propaganda
- “supere su COBARDÍA en 6 sesiones” o
“lavados de estómago por correspondencia”-
y tu irresistible manera
de mirar por la ventana
a un alud de chicas
que sabían de (a) cerveza.

miércoles, mayo 17, 2006

El hombre de hojalata

Se está muerto aunque lata el corazón, amigos.
José Hierro

Cometimos pecados juntos,
la reserva de elan vital
que unían nuestros imanes de carne
no se acabó;
las promesas de sujetador
como dos versiones
de un mismo verano
no aparecieron
por la puerta del trabajo.
No te rías, pero
la peor parte de la purga
se la lleva esta retahíla
de pañales unisex
y periódicos en el suelo,
que llaman poesía
que llaman (¿serás tú?)
la vida feliz de los castrados.
TAMPOCO TENGO CORAZÓN
y eso que lo oigo en los pies
de una bailarina descalza
que se contonea
en la ruina de corcho
-antaño con nombre-
que dejó
el camino de baldosas amarillas.

jueves, mayo 04, 2006

El contorsionista

I always cry at endings

Get me away from here, I´m dying. B & S.

El contorsionista adquirió
su flexibilidad inmunda
durante el terremoto de principios de siglo,
a sus secuelas les pone nombre de mujer:
la arritmia se llama Angelines,
las anginas, Rosalie.
El contorsionista tararea siempre
la misma canción antes de la puesta en escena;
enhebra la oración
en un Dios de ermita,
reza para poder dormir después
sin necesidad de pervertir su historia
de esguinces coronarios.
Él ensancha su orgullo
en el número estrella:
la vida dentro de un cubo
de una primavera de lado,
las flores en su pueblo de llanura
eran patrimonio de la tumba
en el día de todos los Santos,
así contaba el paso de los años.
Se llama Andrés y no necesita nada
salvo el tubito de 3 en 1
y tu caja de sorpresas.