1
Las mismas persianas
echan el telón de fuego a la noche,
siempre a en punto,
en el corazón de la Plaza.
Yo mareado por el frenesí
de las dos agujas
–tantas y tantas vueltas-
y tu vestida de otro modo,
con flores en el pelo.
Otra vez la chica
que se tatuaba la línea de los ojos
para las visitas clandestinas.
Hueles y sabes a aquellos besos
que nos recitó Janis.
2
Una pandilla de amigos suicidas
que se cuentan con los dedos de una mano,
lágrimas como para teñir de negro el océano.
Tres o cuatro recuerdos
para ponerle el seguro y esconderla en el altillo
junto a las galletas.
Pesadillas que hacen que dejes de creer
en los cuentos con final feliz.
La soledad de cuatro vidas
sin apenas haber empezado ésta.
Me va a suceder con esta bala
lo mismo que con las reprimendas de mi madre:
por un oído me va a entrar
y por el otro me va a salir.
echan el telón de fuego a la noche,
siempre a en punto,
en el corazón de la Plaza.
Yo mareado por el frenesí
de las dos agujas
–tantas y tantas vueltas-
y tu vestida de otro modo,
con flores en el pelo.
Otra vez la chica
que se tatuaba la línea de los ojos
para las visitas clandestinas.
Hueles y sabes a aquellos besos
que nos recitó Janis.
2
Una pandilla de amigos suicidas
que se cuentan con los dedos de una mano,
lágrimas como para teñir de negro el océano.
Tres o cuatro recuerdos
para ponerle el seguro y esconderla en el altillo
junto a las galletas.
Pesadillas que hacen que dejes de creer
en los cuentos con final feliz.
La soledad de cuatro vidas
sin apenas haber empezado ésta.
Me va a suceder con esta bala
lo mismo que con las reprimendas de mi madre:
por un oído me va a entrar
y por el otro me va a salir.
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