lunes, agosto 22, 2016

Costa Rica

Me gusta que tengas una televisión tan grande y moderna,
y que la compraras una noche que habías bebido;
hay otros pisos en Madrid con teles pequeñas donde no hay quien vea
una película de miedo como Dios manda.
Me gusta mucho tu piso,
yo le llamo el piso de las galletas por cómo huele la cocina,
me encantan tus desayunos naif,
te voy a comprar una Nespresso cuando resucite mi tarjeta de crédito
como el Ave Fénix.
Me gusta la ventana de tu dormitorio que da a un jardín con piscina,
la primera vez que la vi pensé que existían otras vidas diferentes a la mía,
los dulces aspersores han aliviado este verano muy cálido;
los llamamos periquitos por cómo se dice en tu tierra.
Me gusta el trabajo que tienes,
haces cosas con los números que se escapan a mi entendimiento,
tu inalcanzable inteligencia me excita como si tuviera 15 años.
Me gustas porque eres una mujer de acción,
hábil con las manos y que carga el peso de los planes vacacionales
sobre una hoja de cálculo y todos confían en ti.
Yo confio en ti y me gusta estar en silencio a tu lado.
Me gusta tu cariñosa honestidad, me mantiene despierto.
Me gusta tu brillante coche y la historia de que lo heriste llevándome a casa
como si fuera un Duque, siendo yo un hijo de lo truncado e inexplicable.
Me gustaría felicitar a los ingenieros que hicieron las ruedas de ese coche
por su desempeño en carretera y en pinar.
El GPS habla en inglés para no parar de aprender nunca.
Me gusta tu redonda bondad de aeropuertos y perlas.
Eres una mujer de hechos que te me has aparecido en el centro de la vida.

martes, mayo 19, 2015

Amor Amish

Subidos en el avión te enseñé un Kindle
                y no te gustaba,
                como tampoco te gustaba que el hombre más desorientado
que habrías de conocer en la vida
mirara el Google Maps.
Y me dijiste:
si algo merece la muerte de los árboles
es un libro.

viernes, septiembre 19, 2014

La pirámide de Maslow

He conocido en esta vida un Madrid de respiración contenida
un escenario silencioso,
donde trabajamos muy duro, bebemos salvajemente
lo que nos pongan por delante,
y nos enamoramos de las segundas y terceras oportunidades
que nos brindan desde muy arriba.
Mi vida es un pinball,
una noche me encontré de vuelta en tu ascensor,
esperé a tu momento en el baño
para acercarme a los libros y besarlos con los dedos,
por si perdía la vista algún día.
Ojos cerrados y orejas afiladas en tu apartamento,
como un perro esforzado que cuenta los miembros de la Humanidad
hasta caer rendido, pegado a ti.
Aquellos ridículos delirios de grandeza que soñaba yo,  
para explicarme qué pintaba el monstruo y su carrito de calamidades
circulando por las avenidas anchas de tu vida.
Pero el mundo es otro ahora.
La edad mediana de mi Sistema Nervioso Central
que alterna oficinas, habitaciones apiladas, ciudades mediterráneas
y galerías humanas donde me contrasto horriblemente,
ha interrumpido el préstamo de palabras y pensamientos.
Me ha prohibido la canción que me lleva a ti
pues lucha honradamente por una vida sobrevivida y discreta
que me aleja día a día
del gran fantasma cinematográfico
del amor. 

miércoles, junio 12, 2013

Repsol

Aquellas semanas de barbarie discurrían en frente de un ventanal exhibicionista
del semicentro de este Madrid 2013,
tan pintado de  leves programas de televisión
que son centros florales en mitad de las noches del diario.
Bebíamos mucho,
yo hollaba la línea uno del Metro en búsqueda de una mujer
arrancada del Bukoswski primitivo,
alguien que lleva el final anudado a la frente
como un pañuelo Kamizake,
un volcán con conciencia de destrucción. Una cortesía.
Hasta entonces cenamos porquerías y dulces, bebíamos,
sus trucos para desconcentrarme en los juegos de los bares
encendían luces calientes en mi cabeza.
Una erección es siempre algo nuevo.
Nos repartíamos las victorias en el ajedrez,
en el futbolín y en una cama grande y morada.
En las noches de fiebre y galope
las luces de una gasolinera Repsol iluminaban
su culo candidato a Premio Nobel de la Guerra,
la mecha duraba,
y yo contaba los días como si fueran embarques de avión
al echarme al portal y a la vida.

sábado, enero 26, 2013

Agua de colonia


La sobriedad y la comida que no mancha apenas los platos,
me devolvieron a estas falsas noches despiertas de ojos cerrados
donde circulo las nítidas autopistas que conectan mis paraísos;  
los reinos perdidos de la paciencia
como colonia de bebé abierta en la cornisa de la ventana.