viernes, septiembre 19, 2014

La pirámide de Maslow

He conocido en esta vida un Madrid de respiración contenida
un escenario silencioso,
donde trabajamos muy duro, bebemos salvajemente
lo que nos pongan por delante,
y nos enamoramos de las segundas y terceras oportunidades
que nos brindan desde muy arriba.
Mi vida es un pinball,
una noche me encontré de vuelta en tu ascensor,
esperé a tu momento en el baño
para acercarme a los libros y besarlos con los dedos,
por si perdía la vista algún día.
Ojos cerrados y orejas afiladas en tu apartamento,
como un perro esforzado que cuenta los miembros de la Humanidad
hasta caer rendido, pegado a ti.
Aquellos ridículos delirios de grandeza que soñaba yo,  
para explicarme qué pintaba el monstruo y su carrito de calamidades
circulando por las avenidas anchas de tu vida.
Pero el mundo es otro ahora.
La edad mediana de mi Sistema Nervioso Central
que alterna oficinas, habitaciones apiladas, ciudades mediterráneas
y galerías humanas donde me contrasto horriblemente,
ha interrumpido el préstamo de palabras y pensamientos.
Me ha prohibido la canción que me lleva a ti
pues lucha honradamente por una vida sobrevivida y discreta
que me aleja día a día
del gran fantasma cinematográfico
del amor.