A mis defectos
Tengo 22,
sangrando por la nariz me doy cuenta
de que Dios no existe
-sigo creyendo, no obstante-
sólo quiero quedarme en 6 cabezas
por ahora,
y que en la cama de verano
haga tanto frío como
cuando era un niño.
Quiero olvidar
la araña de campo semántico
de la huesuda
y no pensar los años
en plazos.
Quiero que las fotos cobren vida
-ya ves-
y que me agarren del cuello
para volver dentro:
la canción era bonita
tú llevabas -por tiempo limitado-
un vestido
que me incitaría al LSD
años después.
Luego viene el beso
del millón de dolores,
porque esto es una película
¿no lo sabías?
y tú eres el detective bizco
con la cremallera bajada
que viste un traje elegantemente perfumado
con Cebralín
- es blanco, no importa-
y te excusas diciendo que vas a mear,
cuando lo que haces en realidad
es salir del bar en cuestión
y reventar en un llanto tan germinal
como la fimosis.