Poema publicado en la revista el perro (México)
Una vez más: VIVA MÉXICO CABRONES
martes, julio 29, 2008
sábado, julio 12, 2008
Belleza americana
En continuación a: La caída de América (ensayos nucleares para el principio de una novela) por Roberto Domínguez (El hombre que)
América es cenizas hoy, la humareda tóxica de los rollos de película llegan hasta donde supusimos tanto tiempo que estaba Dios. La llanura es una fiesta sin sonidos electrónicos ni en la memoria, solo gritos de indio por aquello de la ironía. Las películas arden. Los hijos -que empezaron a existir en las gónadas de sus padres cuando estos aprendían de aquellos besos analógicos- sonríen enloquecidamente. El hombre orquesta, llamado así por sus mil sonoras formas de matar, conduce al gran grupo hasta la primera y la última ciudad; así lo dice la ciencia que ha quedado viva tras la revolución. Primacía: La vieja Nueva York fue la primera ciudad en caer y Recencia: la gran manzana podrida y polvorienta sería el escenario de la primera fiesta de los nuevos tiempos.
Entramos cantando canciones nuevas por el puente de Brooklyn inclinado como de escoliosis. La gran dama de plástico y vieja esperanza está muerta y huele como un perro muerto enterrado demasiado superficialmente en un jardín casi feliz. El hombre orquesta, o Sheen como le llaman algunos, patea los retrovisores de los pocos coches que se mantienen aún en píe. Seguimos cantando aquellas canciones nuevas que no son más que aquellas viejas canciones transformadas en burlas obscenas, Sinatra se revolvería en su tumba y haría tintinear los cascos de su mejor amigo. Un escalofrío común, un sentimiento compartido tan en la línea de los nuevos conceptos atraviesa el espinazo de la expedición; hasta el mismo Sheen, el maldito hombre orquesta, ese asesino que había sido un cuello blanco con 3 secretarias en otros tiempos, debe sentir alguna maldita cosa. Ojala, pensé, ojala dejemos el amor en paz. Me callo como una puta y continúo la marcha con los muchachos; qué fácil resulta unirse a las canciones y exaltarse, ya sabes, mi amor, lo hacemos por los hijos de nuestros hijos.
La gran fiesta es hoy.