Me gusta que tengas una televisión tan grande y moderna,
y que la compraras una noche que habías bebido;
hay otros pisos en Madrid con teles pequeñas donde no hay quien vea
una película de miedo como Dios manda.
Me gusta mucho tu piso,
yo le llamo el piso de las galletas por cómo huele la cocina,
me encantan tus desayunos naif,
te voy a comprar una Nespresso cuando resucite mi tarjeta de crédito
como el Ave Fénix.
Me gusta la ventana de tu dormitorio que da a un jardín con piscina,
la primera vez que la vi pensé que existían otras vidas diferentes a la mía,
los dulces aspersores han aliviado este verano muy cálido;
los llamamos periquitos por cómo se dice en tu tierra.
Me gusta el trabajo que tienes,
haces cosas con los números que se escapan a mi entendimiento,
tu inalcanzable inteligencia me excita como si tuviera 15 años.
Me gustas porque eres una mujer de acción,
hábil con las manos y que carga el peso de los planes vacacionales
sobre una hoja de cálculo y todos confían en ti.
Yo confio en ti y me gusta estar en silencio a tu lado.
Me gusta tu cariñosa honestidad, me mantiene despierto.
Me gusta tu brillante coche y la historia de que lo heriste llevándome a casa
como si fuera un Duque, siendo yo un hijo de lo truncado e inexplicable.
Me gustaría felicitar a los ingenieros que hicieron las ruedas de ese coche
por su desempeño en carretera y en pinar.
El GPS habla en inglés para no parar de aprender nunca.
Me gusta tu redonda bondad de aeropuertos y perlas.
Eres una mujer de hechos que te me has aparecido en el centro de la vida.