domingo, mayo 29, 2005

La canción del acantilado

1
Las mismas persianas
echan el telón de fuego a la noche,
siempre a en punto,
en el corazón de la Plaza.
Yo mareado por el frenesí
de las dos agujas
–tantas y tantas vueltas-
y tu vestida de otro modo,
con flores en el pelo.
Otra vez la chica
que se tatuaba la línea de los ojos
para las visitas clandestinas.
Hueles y sabes a aquellos besos
que nos recitó Janis.

2
Una pandilla de amigos suicidas
que se cuentan con los dedos de una mano,
lágrimas como para teñir de negro el océano.
Tres o cuatro recuerdos
para ponerle el seguro y esconderla en el altillo
junto a las galletas.
Pesadillas que hacen que dejes de creer
en los cuentos con final feliz.
La soledad de cuatro vidas
sin apenas haber empezado ésta.
Me va a suceder con esta bala
lo mismo que con las reprimendas de mi madre:
por un oído me va a entrar
y por el otro me va a salir.

jueves, mayo 19, 2005

Trampas

1
Ha habido mejores noches que ésta,
desde luego.
El sonido más sensual, el del Lambrusco
contra el cristal al llenar tu vaso de soledad.
Ni con la vista más afinada verías una estrella en el cielo,
alguien echó la capota y no se ve más que la luz artificial
de los microondas recalentando comida repugnante.
Lejos. Parece que la vida con mayúsculas está tan lejos que ni existe.
Estas canciones que suenan son himnos indiscutibles
-aunque solo sea para mí-
y les agradezco de corazón su compañía
Mi pequeño homenaje al genio de San Pedro,
como es de suponer, se hace en un acto íntimo,
aliñando todo con sangre de sabor amargo

2
Ella muestra su acento gallego,
solo cuando se enfada
sus besos –esto tardé en saberlo-
son ladrillos calientes
a los pies de la cama.
Ella pertenece al ecosistema de Madrid,
se funde con los gusanos de acero
y conoce el nombre de todas las paradas;
es una heroína de fondo amargo,
pero de las que regresan
al punto de partida.
Al otro lado de la línea telefónica
suena su voz susurrante –allí todos duermen-
y prometemos volver a compartirnos.

3
Esta noche combato con la negrura,
-excepcional velada-
soy un boxeador cobarde
que se zafa de los uppercuts
abrazando gravemente el saco de plumas.
Este estado carencial de vitamina F
-la de la felicidad-
despoja las últimas prendas de la locura;
así son las reglas del juego, ya sabes.
En mis sueños, si es que he soñado alguna vez
se habla en tu lengua materna.
Imagino lo que escribo acariciando
tus bordes y tus aristas color café
aunque solo tengas cosquillas si hay sorpresa.

martes, mayo 03, 2005

Punto de Encuentro


1
Las nubes de alabastro han hecho de la lluvia
ráfagas de pájaros muertos.
Su vuelo solemne se interrumpe:
impacto de piedra.
Sueña el monte con flores de cartón
sin muerte, sin despedida;
para burlarse del olvido.
Tus ojos son de montaña y mar
al mismo tiempo,
guardo todas las cáscaras
por el corazón de miel.
La boca me sabe a quebranto,
y las maletas están hechas
me voy a vivir con los monstruos de hebra
bajo mi cama.

2
Me prendo al techo de unos hilos
para ver la habitación a vista de pájaro.
La sábana hace dunas azules
bailando con la corriente
que entra por la ventana.
El skyline de Nueva York en blanco y negro
confirma que soy un creador;
desde aquí son ametralladoras
con cargador de carta de ajuste.
Río a mandíbula batida como un loco
cuando barro y descubro una vez más
abalorios que dejaste olvidados.
Recomiendan poner la cara de recibir besos
para las fotos.

3
Eres el derrame de mis palabras,
gotas de hiel engarzadas en la corona ausente,
manos bailarinas al otro lado del abismo,
rachas de belleza cotidiana.
Eres tú, y no el pecho inflado de la noche
rebosante de oxígeno azul oscuro.
También soy yo, y mi soledad quebrada
a salvo entre las cuatro paredes de tus corneas:
vacaciones de verano en mi comisura favorita.
Vivo en bares con palabras en vez de cuadros en al pared
mis compañeros me invitan a la última
y escuchan nuestra historia
una vez más.
Brindo por ellos.