miércoles, junio 22, 2005

Aunque tú a mí no

Es horrible despertarse sudado y arruinar el olor a suavizante de las sábanas recién lavadas. Inexplicablemente, el suelo está frío y las zapatillas no están donde las dejaste anoche, el mundo se derrumba. Por la mañana todo parece menos grave, todavía estás atontado y todo parece menos grave. Según va pasando el día vas tomando conciencia del asunto y miras en los cajones del baño si te queda alguna cuchilla. No me gusta nada convivir con el silencio, no me gusta nada mi voz en mi cabeza. Recuerdas que prometiste llenar hasta arriba las maletas para momentos como estos, para todos los momentos de aquí en adelante, quizá. Ya no eres un niño, sabes, las mentiras piadosas se caen de la pared porque se agota el pegamento del celofán con el tiempo; es una lástima pero es así. Los amigos te sacan de tu habitación y te llevan a conocer nuevos parajes, los sitios de siempre, donde fuimos tipos importantes. Nueva York está muy lejos, te comentan, vamos a disfrutar del vino y de las mujeres de aquí, Nueva York está muy lejos. No me gusta soñar contigo por la chorrada esa de que luego hay que despertarse, aunque no te negaré que en el momento lo disfruto; sueño con un poema para llorarlo y solo recuerdo al día siguiente los últimos versos: …cura mis heridas con ceniza. El narrador de cuando duermo es mucho mejor poeta que yo y tiene mucho más valor; ha debido leer libros diferentes, haber tenido 5 millones de resacas menos, haber elegido el camino de baldosas amarillos, yo que sé. Tenemos que cambiar de droga, y enfocar un poco nuestras vidas que así no vamos a llegar ni a los 30. Vamos a poner cara de buenos chicos y alquilar un coche para irnos al norte, a ver el mar, conduce David. Lo siento chavales, pero es obligatorio tener 23 años para alquilar un coche. Los chicos del 83, salen de la tienda de alquiler y blasfeman por no haber nacido en el año del Mundial, entretanto pasa una chica con tu perfume y me esfuerzo para pensar en estructuras gramaticales. Se le echa de menos a este lado del infierno, salta a la vista. El sol pica de canto y no hacemos sombra desde este ángulo. El verano nos desgasta como una termita corporal.

One response to “Aunque tú a mí no”

"Inexplicablemente, el suelo está frío y las zapatillas no están donde las dejaste anoche"

Posiblemente eso le sea familiar a Ana... si es que alguna vez llega a existir.