sábado, agosto 20, 2005

Maquillaje

Fluyen días despacio,

con ojos de cañería rota,

el viento diminuto repta

por la carretera

-solo se detiene para

hacer autostop-

paro, para que entre por la ventanilla

¿Recuerdas cuando había

alguien que se maquillaba por ti?

me pregunta, y baja el volumen de la radio.

Yo también pongo dos mantas

en mi cama de Invierno, allá donde duermo

detrás de las montañas, bajo los charcos

o en la ranura de las alcantarillas.

Me pide que le hable de mí, poca cosa:

dos fugas de gas, ningún coche,

tres semáforos en verde

enfureciendo al resto de los conductores,

la estaba besando, ¿sabes?, si, estaban hechos

de lana puntiaguda, si, hay canciones

que estarían dispuestas a testificar.

El viento lleva una boina

y solo le quedan dos dientes, pero mira

el asfalto con cara de haber visto la muerte

en todos sus amigos:

de un infarto, de cáncer, quizá; apoyados

en la pared con los ojos vendados,

en la época del alcanfor y agua

en pantanos, leche y sopa.

Ahora hay una pastilla para cada cosa, dice,

pero los médicos no saben medir el dolor

en arrobas -¿se podrá morir de pena

como los perros?-

Se baja en medio de los cultivos

y pide disculpas por las molestias.

One response to “Maquillaje”

<< - Francis, tio, no hay ninguna pastilla ni ninguna inyección que puedan darte aquí que reduzca o suprima el cinismo. - Bromeó Peter.

- Tampoco ninguna que te de optimismo. - Asintió Francis. >>

("La Historia del Loco")