Mi madre bebió café durante mi embarazo,
montañas de café y cigarrillos que consumía
leyendo a Vladimir Nabokov
-qué gracia de apellido, pensaba,
qué risa: el escritor mitad hombre, mitad nabo-
a pesar de que mi madre era polaca
y no tenía por qué entender el chiste.
Mi madre adoraba el café y rió mucho
durante los magníficos años a rayas rojas y blancas
que duró su vida,
tenía un esplendor uterino capaz de gestar
a un sultán o al mismísimo Bill Gates
- y eso que por entonces no existían ni las calculadoras
ni los Estados Unidos de América –
pero incorporó a este mundo
un niño de ojos seniles y ataques templados de epilepsia
que pusieron salsa a una noche de 1984.
Mi nombre es John Fante,
conocí el amor en un afterhour de la ciudad de Salamanca
una noche clara como los destellos de la esquizofrenia,
y lo asemejé instantáneamente a darle un tiento
a la fraternal botella de lejía,
besaba tu boca fría hasta que se me agarrotaban los labios
y trataba de penetrarte así: de píe, vestido, borracho,
despeinadísimos
porque me críe en un pueblo y había ensayado ese momento
contra la pared de una fábrica.
4 Responses to “John Fante rehúsa su primer Long Island Ice Tea en el CountryBar de la ciudad de Salamanca.”
Joder, ¡qué bueno!
Ay mi niño guapo, que bueno es, ojalá algún día escribamos algo juntos
tremendo, tremendo
Sigue por esta senda.
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