"Mira, Sandra, ¿te gusta?, y Jota extiende un paquete rectangular sobre la cama. ¿Un regalo?, dice ella. Sí, responde Jota, Hoy hace 6 meses que estamos juntos, ¿no? Sandra lo toma entre sus manos. Desgarra el papel y aparece un pesado volumen titulado La Biblia en Manga. ¡Joder! Qué chulo, Jota, ¿qué es? Pues es vuestra Biblia, pero dibujada con estética de cómic japonés, e incluso con insertos de personajes de los cómics Manga, un buen tocho, acaba de publicarse. Sandra pasa al vuelo las viñetas de colores llenas de hombres y mujeres de grandes ojos, y esa noche, para celebrarlo, compra huevas de trucha escandinava y una botella de champán La Viuda de Clicquot, que devoran y beben metidos en la cama mientras se ríen viendo la lucha libre americana en una pequeña tele portátil que ella tiene al fondo, sobre una silla de formica. Después Jota se pone unas bragas rojas por encima del apretado pantalón de su esquijama, un pasamontañas de colores peruano y una toalla atada al cuello por capa, y se tira muchas veces sobre Sandra [que se defiende bastante bien], al grito de ¡Superjota al ataque!, en el cuadrilátero improvisado de la cama. Esa noche hicieron el amor con profundidad, y se durmieron con la tele en marcha. A eso de las 7 de la mañana, a Sandra le despierta el zumbido de la tele y, desvelada, se prepara un café. El cuerpo parecía encogérsele de frío bajo la bata, ve por la ventana de la cocina despuntar el sol tras el tejado de la Tate Modern Gallery, regresa con la taza a la cama y allí, medio sentada y con la almohada entre la espalda y la pared, coge entre sus manos La Biblia en Manga que, desplazada por la lucha libre americana, había quedado tirada en el suelo, y pasa las hojas con detenimiento. Encuentra en varias viñetas del Nuevo Testamento lo que, seguro, es el dibujo de su propio rostro: sus gestos más llamativos, incluso su ropa, el bolso de Vuitton, las mismas gafas de sol con el anagrama 212 en la patilla, sus tenis All Star. La representación consistía en una mujer que ayudaba a completar el Vía Crucis a Jesucristo ofreciéndole agua aun a riesgo de que un macarra, claramente sacado de Akira 2ª parte, acabara con su vida. Un poco más adelante encuentra a Jota entre una multitud, vestido de romano. Echa un trago al café. Escucha la lenta respiración de Jota a su lado, pone la mano sobre el cuello de él y nota el latir de la arteria principal entrecruzada con las líneas de la mano. Permanece mirando la nieve del televisor un buen rato, hasta que se introduce más adentro en las sábanas; aún huelen a semen. Deja la Biblia en el suelo. Cae profundamente dormida sobre su espalda."
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