Mi padre vivió 51
pero firmé,
todo por ver tus huesos
entre cuatro paredes mías,
-darle la vuelta
al segundo juego más antiguo-.
Por aquí
hemos visto crecer milímetros
a las montañas,
hemos
enfriado cervezas en 2 segundos
mientras nos caían 40
-aquella broma de que ojalá
fueran de píe
que justificaba años después
mi risilla entre lágrimas,
el día que se fue Andrés,
nuestro hijo pequeño-.
Voy a arreglar hoy los papeles
-todavía papeles-
del pisito (así lo llamábamos
en los dos miles)
soy un anciano
con una próstata de fibra de carbono.
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